martes, 29 de octubre de 2019

EL PUEBLO QUE RESISTIÓ




La ciudad había recibido con asombro la noticia de que sería "sede" de un encuentro nacional homosexualista, un encuentro promotor de conductas promiscuas, un encuentro de aquellos que por lo general traen aparejados delitos como atentados al pudor y corrupción de menores.
Los habitantes de la ciudad se opusieron decididamente a que dicha manifestación perversa y pervertidora, se llevara a cabo allí. El cura párroco y el intendente también se expresaron en contra de la realización del citado evento, extendiendo éste último una resolución en la que denegaba la autorización al encuentro.
Pero llegada la fecha, la ciudad (que había sido declarada "Ciudad Pro Vida") se vió invadida por personajes escandalosos y grotescamente disfrazados. El intento de toma de la ciudad se realizó desvergonzadamente. ¿Pensaban los invasores que nada se opondría a su degenerado propósito? Pues si eso pensaron, se equivocaron. Ya que de dos maneras reaccionó el pueblo agredido, con las dos aristas propias de la virtud de la fortaleza, RESISTIENDO Y ATACANDO sin vacilaciones.
¿Cómo? En primer lugar, sosteniendo sábanas, unas junto a otras, bordeando las calles, de manera que los habitantes del lugar, especialmente los niños, no viesen las manifestaciones indecentes de los invasores que marchaban por las calles, afrentando a Dios y escandalizado a los vecinos del lugar. Se formó así una barrera, un velo de protección, un límite al  descaro de quienes desfilaron por las calles de la ciudad.
La segunda acción del pueblo fue un contra-ataque valiente y firme, consistente en hacer llover proyectiles a fuerza de brazo sobre  quienes agraviaron al pueblo de Hernandarias.

Sí. Hernandarias es el nombre del pueblo paraguayo que resistió al ataque homosexualista y contra-atacó valientemente.

Esto sucedió hace pocos días en el país vecino del Paraguay y las voces "de peso" internacional no tardaron  en aullar de indignación por la "intolerancia"de los paraguayos que no aguantaron que le profanen su pueblo. No tardaron las voces internacionales en quejarse del "discriminativo" espíritu de los habitantes de Hernandarias.

Por nuestra parte, no podemos menos que confortarnos en la intolerancia de ese pueblo paraguayo que no soportó la burla y el libertinaje, y alegrarnos de la mirada discriminativa que les hizo ver la diferencia entre una visita de hombres de buena voluntad  y una invasión profana y diabólica. No podemos menos que regocijarnos viendo cómo la bandera de la perversión fue arrancada de manos de sus portadores y quemada por los habitantes del pueblo que no aceptaron que se enarbole esa enseña en Hernandarias. Conmueve, en fin, ver en una de las fotos la imagen de un paraguayo con el brazo en alto y en su mano un crucifijo, enfrentando así a los militantes LGBTIQ, combatiendo al error con la Verdad misma.
Bendita pues la sana intolerancia y la justa discriminación que nos llevan a rechazar la indecencia, la promiscuidad y la corrupción y nos convocan a defender el nido.

¡DIOS BENDIGA AL PUEBLO DE HERNANDARIAS Y NOS DÉ FORTALEZA PARA HACER DE CADA PUEBLO UN ALCÁZAR DE RESISTENCIA, POR DIOS Y POR LA PATRIA!

Oh, Virge Poderosa, grande e ilustre defensora de la Cristiandad, temible como ejército en orden de batalla, asiste a tus hijos que libran el buen combate.



-Julieta Gabriela Lardies