lunes, 8 de julio de 2019

CHEQUE EN BLANCO (¿Quién osará poner límites al democrático "dios" Congreso?)



(2018)


Cuando se descubre  que se ha dado un poder sin límites...

"Yo no los voté para eso". Esa es la frase que hemos oído en las calles repetidamente en estos días. Frase dicha en referencia a los legisladores que debatirán sobre la bondad o no de matar niños... y decidirán "en consecuencia".
Esas palabras, "yo no los voté para eso", surgidas de la indignación de ciudadanos desconcertados, ponen al descubierto toda la perversidad de un sistema.
Por lo visto, cuando el pueblo vota no sospecha el alcance monstruoso que tiene ese simil mandato que da a sus "representantes". Prueba de ello es la ingenua expresión que citamos al comienzo. "Yo no los voté para eso"...

Pues bien. La verdad es que nos encontramos con legisladores a quienes se les ha firmado una suerte de cheque en blanco que no encuentra techo ni límite alguno, lo que es advertible cuando vemos que el Congreso se dará la licencia de elegir por voto si el matar a un niño en el vientre materno será "bueno" o "malo" en la Argentina. Nuestro país cuenta con un cuerpo legislativo compuesto por muchos "dioses" que, al mejor estilo del circo romano, levantarán o bajarán los pulgares para decidir la vida o la muerte del inocente. Esto indigna a muchos argentinos que tarde descubren el engaño y se repiten "yo no los voté para que decidan sobre esto", que equivale a decir "no les di un poder que ni yo mismo tengo".

Ciertamente, mañana también el Congreso podría proponerse decidir hasta qué edad es conveniente que viva cada argentino y cuándo el Estado por motivos de "salud social" y "salud económica" tendría "derecho" a "interrumpir" la respiración de los ya nacidos (ancianos, enfermos, inmigrantes...). Luego el debate podrá ser sobre la bondad de la pedofilia o de la necrofilia, para lo cual nuestros gobernantes quizás quieran auto imponerse la obligación de proveer cadáveres de manera gratuita y rápida para que los necrófilos satisfagan sus retorcidas inclinaciones (de hecho, los renombrados "derechos sexuales" así lo exigirían llegado el caso).

¿Cuál es el límite? La respuesta es clara. El límite no existe en una forma de gobierno en la que los ciudadanos, cuya voluntad fue estratégicamente endiosada, envían a sus "representantes" a sentarse en el Trono del mismo Dios.

En nuestro país, hoy se puede legislar hasta el absurdo. Hasta lo más criminal y abominable puede convertirse en legal con la sola condición de que los votos se contabilicen correctamente. Se ha cambiado la Verdad por "verdades" reformables (como máximo, tras asamblea constituyente). Y ahora vemos las lógicas consecuencias. ¿Quién osará poner límites al democrático "dios" Congreso?.

En la Legislatura no hay parámetros Morales. Este sistema no reconoce una ley superior y eterna, y nuestra conciencia grita de dolor y espanto.

¿Es posible que tengamos que salir a decir que los niños no deben ser asesinados? Sí. En un sistema sin Dios, sin los límites que nos marca su Palabra, en un sistema ateo, se hace necesario predicar lo obvio.

Ahora bien, si se comienza a advertir que hay cosas que no pueden estar sujetas a voto,  que existe aquello que no puede depender de la voluntad general y que a nadie se le puede dar una "patente de corso" para gobernar... si se comienza a advertir esto, entonces es que existe la posibilidad no tan remota de cambiar de rumbo y de volver a reunirnos como pueblo bajo el estandarte de Cristo, posibilidad de organizarnos como Patria cuyos altos principios vengan de Aquel que es la Verdad, y no de un infame recuento de opiniones.

Mientras tanto, en este sistema sin Dios y por lo tanto calamitoso, seguimos haciendo lo que es nuestro deber de cristianos. Esto es, anunciar y denunciar. Anunciar la Verdad y denunciar lo que se opone a ella. Recogemos la bandera de tantos mártires que a lo largo de la Historia, pública y abiertamente, proclamaron lo correcto hasta dar sus vidas.
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Hoy en el Congreso se decide tu suerte, como alguna vez se decidió la muerte de otro inocente que murió en una cruz tras voto popular.
Hoy, con un dolor de muerte pero en la firme convicción de que no podemos callar, salimos a las calles para no ser cómplices, por omisión, del crimen del aborto.
Hoy, pequeño, marchamos por vos.
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-Julieta Gabriela Lardies

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